Y sí, el viejo Bob lo hizo de nuevo. A los 73 Dylan se muestra inoxidable con su nuevo trabajo y desconcierta una vez más con una colección de standards de la era pre rock, que tienen en común haber sido interpretados y, en muchos casos, popularizadas por Frank “la voz” Sinatra.
Vaya tarea en la que se metió el veterano cantautor ya que, en primer lugar, meterse con ese tipo de música hoy en día, parecería añorar aquellos tiempos en los que las canciones sólo hablaban de el amor en todas sus formas y de la vida en general, pero de poca cosa más, hecho que el propio Dylan ayudó a cambiar a principios de los 60′ y, en segunda instancia, es casi una tomada de pelo a su propia historia. Si bien en un pasaje de sus Crónicas Dylan reconocía que le gustaba Sinatra, lo cierto es que decirlo en aquella época era casi venderse, ya que Frank era todo lo contrario a los ideales de aquella generación y un ferviente anti rock.
Será el paso del tiempo que le permite a un curtido Bob, ahora sí, atreverse a este tipo de música y hasta lucirse con ella. Si bien cada movida de Dylan suscita expectativas no debería de extrañarnos lo que haga, ya que está en constante cambio, así como pasó del folk de protesta a la electricidad y a la psicodelia, esta nueva versión suya juega al crooner suave y seductor, más cerca de Leonard Cohen de lo que puede llegar a pensar, haciendo que su voz prevalezca en la mezcla y que la instrumentación sea sencilla y sutil.
La banda de cinco miembros que ejecuta el disco con soberbio ascetismo (mención especial para la guitarra steel de Don Herron) se acopla al canto de Dylan que demuestra que si quiere puede cantar bien. Pocas veces -quizás en Nashville Skyline- su voz sonó tan pura y cristalina; la dicción incluso, permite entenderle prácticamente todo lo que canta, cosa no muy usual en él. Si tenemos en cuenta además que maneja la ironía con más distancia que la usual, estamos ante otra de las transformaciones de este eterno camaleón musical.
Puede que el cantar bien sea un intento por parte de Dylan de tratar de estar a la altura de “la voz” a la que versiona, pero lo cierto es que, más que realizar un mero homenaje a Sinatra, es también una continuación de algo que el mismo Bob comenzó allá por los lejanos 92 y 93 cuando editó Good as I been to You y World gone wrong respectivamente, en los que versionaba viejos temas de blues y folk.
Por más que los haya grabado en los estudios Capitol (donde el mismo Sinatra los grababa) los temas distan de ser un homenaje obvio, ya que acá no hay My Way ni New York, New York, sino que los temas elegidos tienen un algo oscuro, cierto elemento climático que le calza perfecto a la renovada voz de Dylan, que se produce a sí mismo como en los discos que publicó durante los últimos 15 años para, una vez más, demostrar que sea con canciones de Navidad, de Sinatra o suyas propias, siempre puede sorprender.
Vaya tarea en la que se metió el veterano cantautor ya que, en primer lugar, meterse con ese tipo de música hoy en día, parecería añorar aquellos tiempos en los que las canciones sólo hablaban de el amor en todas sus formas y de la vida en general, pero de poca cosa más, hecho que el propio Dylan ayudó a cambiar a principios de los 60′ y, en segunda instancia, es casi una tomada de pelo a su propia historia. Si bien en un pasaje de sus Crónicas Dylan reconocía que le gustaba Sinatra, lo cierto es que decirlo en aquella época era casi venderse, ya que Frank era todo lo contrario a los ideales de aquella generación y un ferviente anti rock.
Será el paso del tiempo que le permite a un curtido Bob, ahora sí, atreverse a este tipo de música y hasta lucirse con ella. Si bien cada movida de Dylan suscita expectativas no debería de extrañarnos lo que haga, ya que está en constante cambio, así como pasó del folk de protesta a la electricidad y a la psicodelia, esta nueva versión suya juega al crooner suave y seductor, más cerca de Leonard Cohen de lo que puede llegar a pensar, haciendo que su voz prevalezca en la mezcla y que la instrumentación sea sencilla y sutil.
La banda de cinco miembros que ejecuta el disco con soberbio ascetismo (mención especial para la guitarra steel de Don Herron) se acopla al canto de Dylan que demuestra que si quiere puede cantar bien. Pocas veces -quizás en Nashville Skyline- su voz sonó tan pura y cristalina; la dicción incluso, permite entenderle prácticamente todo lo que canta, cosa no muy usual en él. Si tenemos en cuenta además que maneja la ironía con más distancia que la usual, estamos ante otra de las transformaciones de este eterno camaleón musical.
Puede que el cantar bien sea un intento por parte de Dylan de tratar de estar a la altura de “la voz” a la que versiona, pero lo cierto es que, más que realizar un mero homenaje a Sinatra, es también una continuación de algo que el mismo Bob comenzó allá por los lejanos 92 y 93 cuando editó Good as I been to You y World gone wrong respectivamente, en los que versionaba viejos temas de blues y folk.
Por más que los haya grabado en los estudios Capitol (donde el mismo Sinatra los grababa) los temas distan de ser un homenaje obvio, ya que acá no hay My Way ni New York, New York, sino que los temas elegidos tienen un algo oscuro, cierto elemento climático que le calza perfecto a la renovada voz de Dylan, que se produce a sí mismo como en los discos que publicó durante los últimos 15 años para, una vez más, demostrar que sea con canciones de Navidad, de Sinatra o suyas propias, siempre puede sorprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario