martes, 2 de junio de 2015

Hago lo que Quiero y Quiero lo que Hago

La frase de más arriba bien puede resumir el espíritu que tienen para afrontar sus carreras tanto Señor Faraón como Matador, quienes unieron fuerzas para un recital llevado a cabo en Perillán.

La autodenominada “fonda gourmet” Perillán –un clásico de La Pedrera- que desde hace un tiempo tiene su sede montevideana en la zona en donde el Cordón se convierte en el Parque Rodó, viene brindando desde su inicio, una serie importante de recitales de lo más diversos, que van de Laura Chinelli a la Orquesta Subtropical, de Franny Glass a Carlos Casacuberta, y que el pasado viernes 22 tuvo en su sótano la presencia de dos de los más interesantes proyectos de la escena montevideana.

Bajo los alias de Señor Faraón y Matador, se escudan Ismael Varela y Santiago Bogacz respectivamente, quienes a pesar de llevar adelante diferentes propuestas musicales, mantienen puntos en común quizás no tan notorios para el oído desatento, pero que en su show conjunto se volvieron más visibles. Acompañados por Federico Anastasiadis (de la muy recomendable banda Oro) en percusión, el show estuvo bien diferenciado en dos sets, el de Faraón primero y luego del Matador.


Solo con su guitarra y “el griego” en la percusión, Faraón entregó un set cargado de candomblues enérgico e incitador al trance. Si bien quien esto escribe ya conocía la obra previa del artista, siempre en el vivo hay algo que suena fresco en su propuesta: una mezcla de despojo musical, volviendo a lo básico y de raíz que, fuera de las diferencias musicales, puede remitirnos al universo de esa maravilla que es “Mateo y Trasante” (1976), por su uso de guitarras y percusión, pero también a otros cultores del blues local como Días de Blues y Opus Alfa. Sonaron entre otras “Candombe del Martes 13” (perteneciente a Anatasiadis), “El Diablo” (un clásico de su repertorio) y “Canas”. También hubo cruces entre ambos sets y por eso Matador fue parte de uno de los temas, en el que se notó la influencia que ejerce la banda Tinariwen (banda de tuaregs nómades del noroeste de África que hacen un blues desértico exquisito) en su música.

Para el set individual de Matador, no había más que él y las guitarras a utilizar para cada canción sobre el escenario. Presentándose a sí mismo como “la parte perturbadora de la noche”, el artista, que acusa de influencias tanto a Egberto Gismonti como a Abel Carlevaro, pero también de Tinariwen y Ali Farka Touré, y que a este cronista remite a trovadores británicos como Bert Jansch y John Martyn, es una rara avis de la escena musical de la ciudad: mezcla de sentimiento y virtuosismo, su propuesta puede resultar tan hipnótica como desconcertante para quien no lo haya escuchado previamente, pero es una experiencia que vale la pena. Matador tiene dos EP’s editados y un disco nuevo en camino. Sonaron temas como “Al Norte”, de su último EP, así como adelantos de los que vendrá, en temas como “Sin Título 3”, “Blanco” (cuya letra que reza “hombres de arena” parece dedicada a la antes mencionada banda Tinariwen), “Lo Quiero Ver” y “Medio Viejo y Latoso” (a la cual se sumó Señor Faraón en percusión).

Quienes tuvimos la suerte de estar ahí, asistimos a un más que potente show, que pide repetición, y que es de los recitales que deben darse en mayor cantidad por la ciudad. Por suerte existen pequeños espacios como Perillán que fomentan este tipo de actividades culturales y que, quizás sin saberlo, forman un “circuito” involuntario en la mencionada zona de la ciudad que permiten que, en este caso, los músicos, muestren lo que hacen (y saben hacer).



(*) Estre artículo fue publicado previamente en Cooltivarte.com

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