jueves, 27 de febrero de 2014

Coda: Los Discos Del Año Que No Fueron

Todos bien saben que las listas con "lo mejor de" son meramente subjetivas, quienes las realizan están poniendo sus gustos por sobre los del resto de los mortales y está bien que así sea, ya que de esa forma se puede dialogar y debatir con los demás. Sin embargo, esta subjetividad  puede jugar en contra de uno mismo a la hora de elegir, es por ello que en Spleen hacemos justicia y reinvindicamos diez discos más del año 2013 que pasó y que perfectamente pudieron integrar nuestra lista. Pasen y vean, y lean y escuchen. 



Jim James - Regions of Light and Sound





Vaya a saber por qué dejamos afuera este hermoso y cósmico (tal cual su nombre) álbum del barbudo líder de My Morning Jacket en plan solista. Canciones menos centradas en la americana y la influencia de Young y Dylan que su banda lleva marcada a fuego, pero siempre manteniendo el costado psicodélico del asunto. Adictivo.





John Murry - The Graceless Age













Un disco descarnado el de este songwriter que debuta en plan solitario con The Graceless Age, título que alude sin dudas a los malos momentos vividos. A mitad de camino de Mark Eitzel (American Music Club), quien también editó el recomendable Glory, y Nick Cave, un disco para escuchar en esas noches en que te sentís un tanto solista, o bien para colorear de hermosa melancolía un atardecer o su reverso.




Iron and Wine - Ghost on Ghost













Otro que se nos pasó fue el último de Samuel Beam, mejor conocido como Iron and Wine, que en el disco que nos ocupa se despachó con un exquisito puñado de canciones, agridulces ellas pero a veces jubilosas cuando son acompañadas de los sutiles vientos. Climas y armonías cuidadas al extremo que calan hondo. Una delicia que no debimos pasar por alto.





Laura Mvula- Sing to the Moon















No es un disco fácil el de esta británica que aspira a las grandes ligas de la canción de jazz al estilo de Billie Holliday y Ella Fitzgerald (sin querer elevarla misma altura, claro está) pero vale la pena darle una oportunidad, ya que gana con las sucesivas escuchas. Un disco que atraviesa todos los matices y estados de ánimo de manera sutilísima. Para cocinar a fuego lento. 




Blood Orange - Cupid














Blood Orange es uno de los tantos alias de Devonté 'Dev' Hynes (el otro es Lightspeed Champion), colaborador de, entre otros, The Chemical Brothers y Florence And the Machine, que se cortó solo y entregó uno de los discos del año en cuanto a eso que podemos llamar R & B futurista o funk espacial y que tuvo varios exponentes este año (Beyonce, Drake, el propio Kayne West) pero que en este caso, cual Prince embadurnado de miel, se vuelca más al dormitorio que al cuelgue bailable.




Julianna Barwick - Nephente















Nephente es el nombre de una antiquísima  droga proveniente de una extraña flor; dicha sustancia parece te dejaba en un estado de sópor y olvido que perfectamente puede sucederle a los que escuchan estas enrarecidas canciones. Mezcla de los climas etéreos de Cocteau Twins y Dead Can Dance y el avant garde de una Laurie Anderson, es el disco que suple la falta de uno de Bjork en el 2013. Onírico.





Future Bible Heroes- Partygoing














El buenazo pero ermitaño de Stephen Merrit no tiene techo. Además de comandar a los esenciales Magnetic Fields, el Saussure del pop sacó un tercer disco de esta banda paralela que vendría a encarar el costado más alegre y juguetón, si se quiere, de su principal banda. Simplemente irresistible.




Goldfrapp - Tales of Us















Alison Goldfrapp, quien allá por los primeros noventa colaboró con el esencial Maxinquaye del fumeta Tricky, vuelve a su banda homónima con su coequiper de siempre (William Gregory en sintes) y se despacha con el que quizás, pueda considerarse su mejor disco. Para dejarse llevar.




!!! - Thr!!!ler














La banda de nombre impronunciable (léase Chk Chk Chk) se despacha con un disco que tira para arriba y que se toma las cosa con cierta liviandad, lo cual, a veces, no está mal. Parodiando/homenajeando a Michael Jackson desde el título, estos popes del dance-punk te llevan de la mano al la pista y no te sueltan. Contagioso.





Sky Ferreira - Night Time, My Time














El 2013 fue un gran año para el pop (así, a secas). Junto con los de Chvrches y Lorde, este disco de la vampiresa Sky Ferreira muestra el costado perverso que pueden adquirir las canciones más radiables. Esta nueva chica mala (lean las noticias sobre ella) no sólo ladra, también muerde. Promisorio futuro, recuerden. 




viernes, 21 de febrero de 2014

La Máquina del Tiempo

En tiempos de revivals varios, nunca está de más que esta agrupación intermitente vuelva a los escenarios, hablamos de Mateo x 6 claro está, quienes se presentaron hace dos noches en el Auditorio del Sodre. En Spleen nos gustó y acá va la crónica del show.



Es paradójico aquí y en todas partes, pero para que Mateo fuese reverenciado -no sólo aquí, sino en el exterior- debió ocurrir lo peor. Es cierto que amigos y colegas siempre estuvieron a su lado hasta sus últimos días, pero el reconocimiento popular nunca le llegó de la forma que se merecía.
Sin embargo su legado es vastísimo y ha dejado marcas no sólo en nuestra música, sino también en infinidad de artistas de la vecina orilla (Kevin Johansen y Juana Molina por citar sólo dos ejemplos) y hasta en el hemisferio norte,en donde Mateo Solo Bien Se Lame (su obra maestra de 1972) llegó a ser reseñada por el reconocido crítico musical David Fricke de Rolling Stone (de allá arriba).

A modo de diversión seguramente, pero también como un gesto reivindicativo, a Ney Peraza se le ocurrió allá por 1993 (qué lejano suena ya) sumar a varios colegas y amigos para interpretar los temas de Mateo con las intención de hacer algunas fechas. Esa reunión inicial derivó en una formación que, si bien nos es un grupo establecido, ya ha editado un disco homónimo en el 2002 y dio varios conciertos, el último hace ya tres años.




La diferencia con respecto a los espectáculos previos, es que el pasado miércoles la gala fue de lujo, ya que se llevó a cabo en el paquetísimo Auditorio del Sodre, razón por la cual todo debía salir bien, ya que se estaba grabando un DVD de la actuación (por ello Mandrake Wolf debió repetir "Palomas" que no sonó como debía por un "ruidito" molesto que hacía la guiatrra). A excepción de este percance todo salió a pedir de boca. Es obvio que estos músicos experimentados y conocedores de la obra y el artista que fue Mateo no harían versiones calcadas de los originales, sino que vistieron de hermosos arreglos a las composiciones de aquel. 




El sonido, gracias a la percusión de Pitufo Lombardo (que seguro se relevó para muchos de los concurrentes que lo conocían por la murga o sus discos solistas como el excelente percusionista que es) y a ese metrónomo humano que es Martín Ibarburu, se asemejaba al de su clásico más arriba mencionado pero la cosa no quedó ahí, ya que el "grupo", al que debemos sumar a Popo Romano (¿cuántos dedos tiene ese hombre?) y Jorge Schellemberg, rescató varios temas inéditos que fueron desempolvados durante la investigación de Guilherme de Alencar Pinto (autor de Razones Locas, la biografía del tartamudo) como "Las Sirenas", el propio "Razones Locas" (tocado por Peraza en solitario) y temas de su espectáculo "Guli Guli" ("una cotorra que hacía un relajo bárbaro, Mandrake dixit).



Cada uno de los integrantes tuvo su momento de destaque: Schellemberg cantó "Kin Tin Tan" (la cual ya versionaba en su carrera solista), Mandrake cantó unas cuantas (destacándose "Siestas de Mar de Fondo") y Popo Romano y Pitufo Lombardo hicieron una impresionante versión instrumental de "La Mama Vieja" a puro bajo y percusión. Obviamente estuvieron los "hits", esos temas que hasta el más desprevenido conoce como "El Tungue Le", "Jacinta", "Y Hoy Te Vi", "Los Dedos Negros" y "Tras de Ti" entre otras, y para el cierre, la emocionante "Cuerpo y Alma" dando lugar así a un concierto intimista, cuidado y contenido en sus detalles, a excepción de algunos momentos de desparpajo absoluto de Madrake Wolf, quien desde la voz y la actitud, parece el verdadero heredero de la actitud Mateística, si es que tal cosa existe. 

martes, 11 de febrero de 2014

Mitos del Futuro Próximo

Que Spike Jonze es grosso ya lo sabíamos, pero que luego de todo lo que había hecho podía superarse a sí mismo, quizás ni lo sospechábamos. Pero se dio, y nos entrega de su pluma Her, la que sin dudas es su obra más acabada y perfecta.


Tipo cool si los hay este Jonze; no sólo dirigió algunos de los más fascinantes videoclips de su tiempo - a la par de su coetáneo Michel Gondry, con quien indudablemente comparte una visión de las cosas- sino que además tiene en su haber un puñado de films que, guste o no, son de los más interesantes que nos ha dado Hollywood en los últimos quince años. Desde su irrupción en el largo con la delirante ¿Quieres Ser John Malkovich? (1999), en la que el atrevido Spike se metía a alborotar la mente del perturbado pelado, vaya ópera prima, el director se ha puesto a hurgar en los recovecos de su (nuestro) inconsciente así como también lo hizo en eso que significó una dosis doble de Nicolas Cage en Adaptation del 2002 (no la llamaremos El Ladrón de Orquídeas, pues no se lo merece).

Ambas películas compartían la particularidad de estar escritas por ese hábil- quizás demasiado hábil- manipulador que es Charlie Kaufman, quien también escribió el guión de la ya clásica Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos (2004) del mencionado Gondry, con la cual Her tiene algunos puntos de contacto. Si bien esos dos primeros films de Jonze son ejemplos de cine que ya es clásico y de "culto" (qué término feo pero explicativo es), carácter que adoptaron no sólo por ser buenos de por sí, sino también porque estaban plagados de ingenio y buenas ideas, muchas veces podían pasarse de listos con el espectador. Pero ese toque snob que flotaba en el aire pareció haberse disipado cuando Jonze se largó a escribir (con ayuda de Dave Eggers) lo que sería su último largo hasta ahora, ese truculento cuento para niños que fue  Where the Wild Things Are del 2009 (tampoco merece que la llamemos Donde Viven los Monstruos), en el cual no dejó de poner inventiva e ideas locas, pero se quitó de encima cierto tufillo intelectualoide, brindando un film más simple a pesar de la historia que narra.




Todo esto viene a cuento porque con Her parece haber una definitiva depuración como sucedió en Where the Wild Things Are, el argumento y la historia que se cuenta es una locura -que perfectamente es posible en un futuro para nada lejano- pero que, nuevamente de su pluma (esta vez Jonze escribió solito) deja de lado las idas y vueltas de sus anteriores trabajos para centrarse en una historia que, por más compleja o idiota que sea, está contada de tal forma que adquiere sentido de realidad en el acto, haciendo pasar por factibles, situaciones en extremo bizarras. Y ahí es donde radica el encanto de Spike, en haber vuelto sus locuras algo totalmente creíble.



El director pareciera decirse a sí mismo que la única forma de contar una historia de amor en la actualidad, es haciéndolo a través de la ciencia ficción, porque si bien acá no hay distopía, ésta se muestra de manera solapada en actos cotidianos del futuro, como ser un videojuego cuya proyección ocupa todo un living (excelente el marcianito puteador cuya voz es la del propio Jonze) o un dispositivo mezcla de I Phone con vaya a saber qué, por el cual a uno le llega el correo electrónico sin necesidad de visualizarlo en la pantalla y demás etcéteras, como por ejemplo, enamorarse (¡de un sistema operativo!). Todo esto que al espectador puede causarle risa por sonar a "locura" o "ridículo", es en realidad algo que no resulta descabellado -o sí- pero de seguro, suena a algo probable. Faltarán unos años para adjudicarle el mote de previsor o adelantado a Jonze, pero lo cierto que los tópicos que se tratan en el film son los del futuro próximo.



En cuanto a Theodore (Joaquin Phoenix, otra vez más, torturado, enamorado y brillante, como en Los Amantes de James Gray, pero en versión "comedia", sobre el cual no ahondaremos, pues ya sabemos que está despegado), sabemos que trabaja escribiendo cartas a mano -otra sutileza de Jonze, que contrapone un trabajo que parece de antaño en la realidad de la película que, insistimos, se parece y mucho a la nuestra- y que a pesar de ser un tipo querido (le conocemos amigos, compañeros, ex novias) se ha convertido en alguien pésimo para relacionarse con los demás y que, tras toparse con un anuncio, decide llevarse a casa un sistema operativo, ante al cual caerá rendidamente enamorado. Y ta. Hasta ahí podemos hablar, ya que no somos partidarios del spoiler. ¿Suena a locura? Puede ser, pero no lo es tanto cuando nos enfrentamos ante el film. Es ahí donde radica la maestría de Jonze: nos lleva de la mano por una historia de amor futurista en la que lo que importa son los sentimientos de sus personajes, sean personas o máquinas.





Volviendo al objeto de deseo de Theodore, no está de más -aunque ya se sepa- decir que quien le da vida (voz) al sistema operativo es Scarlet Johansson. He aquí una idea brillante (la de usar sólo la voz de una sex simbol, no su cuerpo) que no resulta del todo, justamente por no tratarse de la voz, y esto da lugar a la "debilidad" (así, entre comillas, porque tampoco lo es tanto) de la película. No es que la arruine ni mucho menos, pero hay como cierta "interferencia" (afonía tal vez) que hace que ese maravilloso recurso no funcione al cien por ciento. Funciona mejor la voz de Kristen Wiig en una hot line al comienzo ("ahorcame con el gato muerto" será una de las frase del año; cuando lo vean me entenderán). Pero por fuera de eso, el film está cuidado hasta el último detalle, desde la puesta en escena hasta en la paleta de colores (sin ponerse wesandersoniana ) que se usa para mostrar cómo será ese futuro que se nos acerca.




Bellamente filmando y escrito, con humor y sentimientos a flor de piel, el film de Jonze es la prolongación y desarrollo del tema que trató en su corto I'm Here, sólo que en lugar de ocuparse de cómo se sienten las máquinas con respecto a las personas, se centra en cómo se sienten éstas ante aquellas. El futuro llegó, hace rato...





No podíamos dejar de decir que la banda sonora de Her,además de contar con un tema de Karen O de Yeah Yeah Yeahs (quien ya colaborara con Jonze en su previa Where the Wild Things Are) cantado por la Johansson, que está en la peli más no en el disco, tiene su score compuesto por Arcade Fire (amigotes del director, quien filmó el corto Scenes From the Suburbs para ellos) junto su habitual colaborador Owen Palet. Nada de baile épico como en Reflektor, sino pequeñas suites electrónicas y minimalistas que por momentos coquetean con el neoclásico y la música concreta. Otro viaje para dejarse llevar.












miércoles, 5 de febrero de 2014

Lobo suelto, Cordero atado

En su quinta colaboración junto al gran Martin Scorsese, Leonardo Di Caprio entrega una de sus mejores actuaciones dándole carnadura al gran cagador de wall Steet Jordan Belfort, en una de las películas más desbordadas que ha dado el cine actual dentro de Hollywood, lo cual, no es poco.


Luego de un muy elocuente primer plano (que sirve de aperitivo para qué sepamos de qué viene la mano) se nos muestra a un jovencísimo y bienintencionado Jordan Belfort (un Leo más que inspirado, desbocado y feroz) queriendo ganarse un lugar en ese mundo aparte que es Wall Street. Luego de mostrarse como un pelele, un genial Matthew McConaughey le da una charla introductoria -cocaína mediante- que de tan hilarante como desconcertante se vuelve antólogica. Y esta es una de las tantas escenas que se nos quedarán prendadas en la retina de este torrente de sexo, drogas y acciones en la bolsa (léase esto como se quiera) de tres horas de duración que se pasan volando.

En el medio pasa de todo claro está, Leo/Jordan  emprende un ascenso meteórico en ese despiadado mundo a base de cagar gente con una habilidad pasmosa (formando un grupo de losers que de la noche a la mañana se convierten en la banda de forajidos y depravados de aquel, con el genial Jonah Hill a la cabeza); se casa y engaña a su mujer con cuanto se le ponga delante; se separa y se vuelve a casar; forma una familia y luego lo que ya sabemos que va a suceder. Como toda gran borrachera, llega su resaca, una grande y agónica resaca, la menos esperada para alguien que probó el éxito y llegó a la (su) cúspide y ya no quiere bajar. Porque El Lobo de Wall Street es una película de acenso y caída sí, pero no una cualquiera, aun manteniendo puntos de contacto como muchos han señalado con filmes previos del director (como ese díptico mafioso de los 90 que es  Goodfellas y Casino) hay una gran diferencia que separa El Lobo del resto de la filmografía del neoyorquino: el humor. Puede decirse que El Rey de la Comedia (1983) y After Hours (1985) eran "comedias", oscuras por cierto, pero el humor del film que nos ocupa dista mucho del de esas gemas ocultas del Scorsese ochentoso. Las risas en El Lobo vienen por el lado de lo corrosivo in extremis, del desborde que deriva en bizarreada  y del caos que aparenta ser el que lleva adelante la película.




En ese sentido, puede pensarse de esta película como el registro más frenético y "al palo" del ya de por sí frenético y "al palo" Marty, que puede entregarnos momentos de comedia física, como el de la escena en que Di Caprio y Hill consumen Quaaludes (digna de competir con alguna escena de Will Ferrell del mismo tipo), así como algunos momentos incómodos para el espectador en los que vemos a los personajes tocar fondo o en los que podemos llegar casi a emocionarnos con algo que en realidad no compartimos en absoluto, cosa que sucede cuando Di Caprio, dando una de las tantas charlas motivacionales/discursos (que lo acercan más a un desquiciado pastor de la tele que al jefe de una empresa de Wall Street), comenta como una de sus empleadas allí presente, que en ese momento tiene auto nuevo y trajes de miles de dólares, en algún momento acudió a él porque era madre soltera y no podía costear la educación de su hijo, y Leo/Jordan la bancó y ahora está donde está. Eso que sabemos que tiene un trasfondo despreciable -el dinero es producto de hacer entrar a "giles" inocentes en la compra de acciones de compañías truchas- en la mano maestra del director se vuelve complejo y fascinante.  




Despareja y desmedida como pocas, pero por ello también entrañable, la  película de Scorsese gana por dejar todo en la cancha y no centrarse en una forma de contar; también por la notoria fascinación del director por los personajes y su mundo, ya que lejos de regodearse en él, lo muestra crudo y tal cual fue (es o puede ser) para combatirlo y mostrar qué es lo que está bien y mal en esa cosa llamado "Sueño Americano", algo así como lo que hizo Bret Easton Ellis con American Psycho, el mal para combatir el mal. Si Orson Wells hubiese filmado su Citizen Kane en los 90 y a ritmo merquero, esta podría ser su película.