miércoles, 3 de junio de 2015

Django Django Sin Cadenas

Los británicos superan la prueba del segundo disco con Born Under Saturn y dejan en claro que son una banda irresistible

Corría el 2012 y mientras algunos asistían a ver Django sin cadenas de Quentin Tarantino (película en la que el director “homenajeaba” al spaghetti western de 1966 Django, de Sergio Corbucci) en Gran Bretaña, un grupete de nerds con onda elucubraba un disco debut que daría que hablar a la prensa musical británica, siempre incesante  en su búsqueda de la novedad. Y la encontraron. Con un nombre similar al del film de Quentin, estos muchachos salidos de la escuela de arte -cuándo no- condensaron un cúmulo de ideas y estéticas musicales que dieron como resultado un excelente disco homónimo, incluido en la mayor parte de la listas de que recopilan y enumeran lo mejor del año.





Pero la historia es conocida y cada vez más común en estos días: muchas bandas editan un primer disco que los posiciona como la nueva gran cosa para luego desaparecer sin pena ni gloria y ser sustituidas por otras a las que pasará exactamente lo mismo. Sin embargo, los Django Django demuestran que hay excepciones a la regla y que pueden seguir haciendo bien las cosas con su nuevo disco, Born Under Saturn, en el que el amor por The Beta Band, Happy Mondays, Oingo Boingo y el krautrock quedan nuevamente plasmados, sin por ello caer en la repetición, lo cual es más que curioso, ya que es algo que no suele darse a menudo.




Cada una de las canciones de Born Under Saturn remite cada treinta segundos –no hicimos el cálculo matemático exacto, es un decir- a diferentes bandas y músicas, pero es tal la abundancia de información que no podemos determinarlo así como así y tampoco es algo que distingamos en una simple escucha. Parecen convivir varias bandas y registros en las canciones de Django Django, como sucede en la irresistible y saltarina “Shake and Tremble” o en la reposada y flotadora “First Light”. Otros puntos altos son “Reflections” (de excelente y novedoso video, búsquenlo) y “Giant”, la encargada de abrir el disco, que apenas se pueden destacar por sobre el resto de las canciones ya que el nivel es sumamente parejo.





La única precaución a tener en cuenta al escuchar este disco (basada en experiencias personales de quien esto escribe) es el hecho de hacerlo con auriculares en la vía pública, ya que, de verse demasiado inmerso en él, uno puede terminar tirándose un paso delante de los transeúntes que, confundidos, lo pueden tomar a usted como un loco, injustamente, claro está.  Born Under Saturn es demasiado contagioso como para no caer bajo su influjo, pero a veces es bueno dejarse llevar, más aún al ritmo de la buena música.


(*) Este artículo fue publicado previamente en Revista Moog

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