martes, 2 de junio de 2015

Belle & Sebatian Pide Pista

Tras cuatro años sin editar nuevo material, los escoceses liderados por Stuart Murdoch vuelven al ruedo con un un disco que, inesperadamente, invita por momentos a la pista de baile
belle and sebastian

La historia es más o menos conocida para quienes se hayan sentido adelantados allá por los noventa por escuchar música indie, cuando esto no suponía casi un calificativo despectivo y sinónimo de paladar hipster: Belle & Sebastian nacieron en Escocia hace casi veinte años, editaron dos primeros discos (Tigermilk y If You’re Feeling Sinister) que los pusieron en el mapa mundial y los convirtieron en protegidos de la crítica y la prensa especializada. Pero no eran un grupo pasajero; eso se intuía desde el vamos por la carga épica, la suntuosidad en los arreglos y cierta intelectualidad que poseían sus canciones, lo que los convirtió, quizás sin proponérselo, en parte de la intelligentsia rockera de aquel momento.

A su carrera siguieron sumándole buenos discos que no hicieron más que engrandecer su status de banda de culto poderosa (con todo lo peligroso que conlleva el término). The Boy With the Arab Strap (1998) y Fold Your Hands Child, You Walk Like a Peasant (2000) sumaron barroquismo y títulos largos (más artes de tapa) que emulaban a The Smiths, pero también a coterráneos como Orange Juice y The Pastels. Su pop-folk “de cámara” como gustaba llamarle a algunos, seguía generando entusiasmo entre aquellos que no podían soportar el reinado del Nü-metal en la época del cambio de siglo.

Pero algún quiebre hubo y, tras la salida la banda de la gran Isobel Campbell en el 2002, lo que siguió en materia de discos dividió las aguas entre los incondicionales de la banda. Algunos ven méritos en esos tres álbumes posteriores a la salida de Campbell (Dear Catastrophe Waitress, The Life Pursuit y Belle & Sebastian Write About Love); sin embargo la banda no volvió a ser lo que era.
Quizá cansado de esto, quizá no, vaya uno a saber, el líder Stuart Murdoch y compañía se pusieron más eclécticos que nunca con su último trabajo, Girls In Peacetime Want To Dance, y empezaron este año dando su visión del baile. Deliberadamente inspirado en la música de certámenes como Eurovisión, Belle & Sebastian adquirió un tinte eurodisco para su primer corte de difusión, el ganchero “The Party Line”. Tras su salida, muchos se apuraron a decir que ya estábamos ante uno de los discos del año sin haberlo podido escuchar completo. Todavía quedan unos meses para evaluar tal afirmación, pero lo cierto es que esta versión 2015 de la banda contagia por momentos, desconcierta por otros y sigue poseyendo la capacidad para sonar clásica y moderna a la vez.



El disco abre con “Nobody’s Empire”, que es Belle & Sebastian en estado puro, pero ya para el segundo tema (“Allie”) la cosa suena diferente –aunque sumamente british- y se parece más a Blur y a Supergrass que a ellos mismos. Esto no es necesariamente bueno ni malo, pero da muestras de que la banda tiene la capacidad de salirse de su zona de confort, hecho que se reafirma a lo largo de las doce canciones del disco. Tan solo en un puñado de temas -“The Cat in the Cream”, “Ever Had a Little Faith?” y “Today (This Army’s for Peace)”- suenan a ellos mismos, lo cual es una bienvenida muestra de que se pueden tomar otros caminos.

No le temen a sonar bailables y ochentosos y juegan a ser los Pet Shop Boys en “Enter Sylvia Plath” (solo en ellos puede existir una canción que remita a la celebrada escritora y que a su vez sea puro revival de los 80) y siguen más o menos por ese camino con “The Power of Three” y “Play for Today”. En otras canciones como “The Book of You” pueden remitir a The Magnetic Fields, así como a Talking Heads circa Remain in Light en “Perfect Couples”.

Fuera de comparaciones, lo de Belle & Sebastian es valiente tan solo por el hecho de salirse de la norma y de hacer repensar su música con respecto a lo que nos tenían acostumbrados. Perfectamente podrían haber hecho un álbum que remitiera a ellos mismos y, sin embargo, no lo hacen. Vale por la aventura musical y los nuevos territorios explorados. Veremos qué sigue de aquí en más.

(*) Este artículo fue publicado previamente en Revista Moog.uy

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