Muchos se preguntarán desde hace más de diez años ya qué carajo le pasa a The Strokes. Aquellos que adoraron ese cúmulo de citas e influencias que fueran sus dos primeros discos
Is This It (2001) y Room on Fire (2003), que desbordaban de guitarras sucias y desprolijas, estribillos inolvidables y sobre todo mucha frescura en un momento en el que el rock que sonaba (entiéndase el que rotaba en radios y tv) era el ya insoportable y anquilosado Nu metal, quizás no hayan entendido del todo bien el camino que tomaron Julian Casablancas y los suyos desde su tercer opus (First Impressions of Earth, 2006) y menos aun lo que vino después de cinco años de espera (Angles, 2010). Justamente la senda de este último es la que los neoyorquinos siguen recorriendo: una mixtura extraña y delirante basada en los '80 que los acerca más a A-Ha ("One Way Trigger" que también fue comparado con ¡¡Maná!!) que a The Stooges, Television o The Buzzcocks como sucedía en sus comienzos). Es por esta razón además que todos intuyen que ante el desgano general tras todos estos años de idas y venidas (esto puede notarse hasta en la portada, en la que apenas aparece el nombre de la banda y el disco en un fondo rojo con el logo bien grande del sello discográfico, que más que emular a viejas portadas de discos parece una ironía al respecto de toda la situación) quien tomó la posta musical fue el líder y cantante Casablancas, ya que muchos de los temas del disco recuerdan -en sus buenos y malos momentos- al efervescente y desprejuiciado hasta ahora único disco solista suyo (Phrazes for The Young, 2009).
Tanto "80's Comedown Machine" así como "Chances" y "Slow Animals" suenan más a Phoenix que los propios Phoenix, el sello distintivo sigue siendo la voz de Casablancas, pero en cuanto a lo musical si recuerdan en algo a su primer sonido es a The Cars, lo más New Wave que se podía rastrear en sus comienzos y un par de temas que nos recuerdan por qué esas guitarras en su momento habían llegado para salvar el rock ("50/50", "All The Time") según algunos. De cualquier manera semejante carga no tiene que ser tenida en cuenta por el grupo, ya que hay bandas que son celebradas justamente por sus saltos al vacío musicales y por sus cambios de sonido para desconcertar a quienes se habían enamorado de una idea (Radiohead por ejemplo), el asunto es hacia adónde apunta ese cambio y si se lo puede tomar por evolución. Pero todo esto en cuanto a uno con sus subjetividades, ya que perfectamente The Strokes puede que se estén cagando olímpicamente en su público y hacen esto para generar controversia y dejar a todos descolocados, anulando el carácter previsible y reiterativo que muchos de los escuchas tienen (tenemos) cuando esperan algo de sus artistas favoritos (¿significará esa risa general de los músicos al final de "Slow Animals" que los muchachos se salieron nuevamente con la suya?,vaya uno a saber). Lo cierto es que fuera de ser un disco malo ni mucho menos, Comedown Machine trae de vuelta al ruedo a The Strokes para bien o para mal, pero los trae al fin, ya que un disco imperfecto de ellos tiene mucho más para dar que lo uno puede suponer en sus primeras impresiones.
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