La banda de Jim James y los suyos vuelven con música nueva después de cuatro años, y el bienvenido desconcierto que generan, es otro de los momentos musicales del año
my morning jacket
Los muchachos barbados de My Morning Jacket, procedentes de Louisville, Kentucky, irrumpieron en la escena y la crítica musical recién con su cuarto disco, el glorioso Z del 2005. A quien esto escribe le impactó la música de la banda gracias a un tema bastante sencillo, un reggae riffeado llamado “Off the Record”, cuyo hipnótico y misterioso video, me dio vuelta la cabeza. Cuando empecé a bucear en la obra de My Morning Jacket, me sorprendí al encontrar algo bien diferente de lo que me imaginaba: una banda que no rehusaba del rock sureño de Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd y que, al mismo tiempo, tenía las ambiciones artísticas de Radiohead, una banda que seguía los pasos de Neil Young y Bob Dylan pero que no lo hacía asco al soul y a lo bailable. Una banda ecléctica en síntesis, pero que siempre suena a ella misma.
En gran parte esto se debe a la voz de Jim James, quien deja unos cuantos hippismos de lado en su nuevo álbum The Waterfall y se pone un poco más las pilas en las líricas, lo cual no implica que uno no disfrutase de sus anteriores discos (Evil Urges, Circuital) y que no reconozca en ellos el puntapié inicial de toda una movida que estaba por venir, la de los veinteañeros con barbas y acústicas que rendían tributo al folk y al country de antaño con un toque de distorsión, que tan bien posicionó a Band of Horses, Vetiver, Fleet Foxes o Edward Sharpe & The Magnetic Zeros.
Igualmente ellos siempre fueron por fuera y, a la vez, por dentro de todo género. A un oído distraído lo suyo puede sonarles a ese rock de estadios con “sentimiento” como el que practican Kings of Leon y Mumford & Sons, y a otros a pura psicodelia setentosa. De ambas cosas y unas cuantas más hay en lo último de My Morning Jacket.
Desde su apertura ampulosa con “Believe (Nobody Knows)”, pasando por el funk-soul lustroso de “Compound Fracture”, el disco es un tapiz cuyo entramado musical está tejido de influencias tan diversas que van del Dylan acompañado por The Band en The Basement Tapes (“Get the Point”), el último Radiohead (“Thin Line”,) el soul de Philadelphia (“Only Memories Remain”) hasta el prog rock como en “In Its Infancy (The Waterfall)” y en los momentos finales de “Tropics (Erase Traces)”. A lo largo de los diez temas de los que se compone el disco, las influencias mencionadas pueden convivir hasta en una sola canción, y a pesar del menjunje, el conjunto suena a rock típico americano (entendido el término como algo positivo). Otro punto intachable en la discografía de una banda que ya es un clásico moderno.
my morning jacket
Los muchachos barbados de My Morning Jacket, procedentes de Louisville, Kentucky, irrumpieron en la escena y la crítica musical recién con su cuarto disco, el glorioso Z del 2005. A quien esto escribe le impactó la música de la banda gracias a un tema bastante sencillo, un reggae riffeado llamado “Off the Record”, cuyo hipnótico y misterioso video, me dio vuelta la cabeza. Cuando empecé a bucear en la obra de My Morning Jacket, me sorprendí al encontrar algo bien diferente de lo que me imaginaba: una banda que no rehusaba del rock sureño de Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd y que, al mismo tiempo, tenía las ambiciones artísticas de Radiohead, una banda que seguía los pasos de Neil Young y Bob Dylan pero que no lo hacía asco al soul y a lo bailable. Una banda ecléctica en síntesis, pero que siempre suena a ella misma.
En gran parte esto se debe a la voz de Jim James, quien deja unos cuantos hippismos de lado en su nuevo álbum The Waterfall y se pone un poco más las pilas en las líricas, lo cual no implica que uno no disfrutase de sus anteriores discos (Evil Urges, Circuital) y que no reconozca en ellos el puntapié inicial de toda una movida que estaba por venir, la de los veinteañeros con barbas y acústicas que rendían tributo al folk y al country de antaño con un toque de distorsión, que tan bien posicionó a Band of Horses, Vetiver, Fleet Foxes o Edward Sharpe & The Magnetic Zeros.
Igualmente ellos siempre fueron por fuera y, a la vez, por dentro de todo género. A un oído distraído lo suyo puede sonarles a ese rock de estadios con “sentimiento” como el que practican Kings of Leon y Mumford & Sons, y a otros a pura psicodelia setentosa. De ambas cosas y unas cuantas más hay en lo último de My Morning Jacket.
Desde su apertura ampulosa con “Believe (Nobody Knows)”, pasando por el funk-soul lustroso de “Compound Fracture”, el disco es un tapiz cuyo entramado musical está tejido de influencias tan diversas que van del Dylan acompañado por The Band en The Basement Tapes (“Get the Point”), el último Radiohead (“Thin Line”,) el soul de Philadelphia (“Only Memories Remain”) hasta el prog rock como en “In Its Infancy (The Waterfall)” y en los momentos finales de “Tropics (Erase Traces)”. A lo largo de los diez temas de los que se compone el disco, las influencias mencionadas pueden convivir hasta en una sola canción, y a pesar del menjunje, el conjunto suena a rock típico americano (entendido el término como algo positivo). Otro punto intachable en la discografía de una banda que ya es un clásico moderno.
(*) Este artículo fue publicado previamente en Revista Moog
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