viernes, 20 de marzo de 2015

Con la razón y con más fuerza

Spleen se vuelve internacional con nuestro amigo corresponsal Daniel Marius, quien tuvo la oportunidad de ver en Santiago de Chile el recital conjunto de Robert Plant y Jack White. Les dejamos pues, la vívida crónica de lo que fue ese concierto que nosotros no pudimos ver.


El escudo patrio de la República de Chile reza “Por la Razón o por la Fuerza”, ahora bien, Robert Plant y Jack White no se dejaron amedrentar y redoblaron la apuesta invadiendo Santiago de Chile en una noche emotiva y atronadora.

Robert Plant y Jack White se presentaban como el plato fuerte, el cierre glorioso del Festival Lollapalooza 2015. Una noche donde confluyeron dos generaciones y dos exponentes del sonido más puro del rock. La cita fue en el Teatro Caupolicán, ubicado en la comuna de Santiago Centro, rodeado de casas de repuestos y bicicleterías, como si el Cine Teatro Plaza estuviera en la calle Galicia rodeado de sucursales de Cymaco, algo así.

                                          Foto: RockNvivo

Una fila de gente ansiosa, compuesta por varias franjas etarias, daba vuelta la manzana del teatro a la espera de la apertura. A falta de apenas 30 minutos para la hora de comienzo pautada, las puertas del Caupolicán permanecían cerradas, (primera conclusión inmediata, no sólo en Uruguay los shows de rock son impuntuales). De todas formas, este leve retraso hizo crecer la expectativa de un público ávido de lo más reconocible del rock, a diferencia de lo visto el día anterior en un Lollapalooza donde las propuestas electrónicas fueron el centro de la atención según medios locales.

Unos 40 minutos luego de lo pautado y con sala repleta irrumpió en escena Robert Plant, que sin preámbulos abrió con “Babe, I’m Gonna Leave You” de Led Zeppelin (segunda conclusión inmediata, la noche venía emotiva). Acompañado de su banda The Sensational Space Shifters, con quienes editara en 2014 "Lullaby and...The Ceaseless Roar", Robert a sus 66 pirulos se muestra inquieto, reinventándose a sí mismo y redimensionando sus raíces. Con un una formación y un sonido world music, haciendo convivir folk, rock, blues, algo de electrónica, Plant nos invita a un viaje ecléctico por su presente y por su pasado con el cual parece estar reconciliado y orgulloso. De su último disco suena “Turn It Up”, su faceta mas blues actual, luego “Little Maggie” destacándose Juldeh Camara en el Ritti, un violín de una sola cuerda que le da un aura africana a la banda. Hubo tiempo para covers donde Robert le rinde tributo al viejo blues que tanto lo marco e influenció con “I Just Want to Make Love to You” de Muddy Waters.

Ahora bien, el grueso del público esperaba con ansiedad clásicos de Zeppelin, esta observación no denota una sagaz mirada de quien suscribe sino más bien una obviedad, lo sé, pero vale la pena aclarar que Robert cumplió con creces, sabiendo congeniar con un público que lo veía por primera vez y hablando en español preguntaba “¿Suficiente?” y ante la ensordecedora negativa la banda respondía con los riffs conocidos. El Caupolicán explotaba y admiraba a este veterano que lucía una resquebrajada cabellera pero no así sus famosos aullidos que se encuentran intactos. Robert nos llevó a pasear por su pasado y escuchamos “Black Dog” y “Going to California” reversionadas, reinterpretadas por Plant y su banda cambiando de climas, intercalando los riffs clásicos y poderosos anexando los teclados de John Baggot (Massive Attack) dando una nueva dimensión sonora a estos clásicos.

                                          Foto: T13

La noche avanzaba, Plant por enésima vez pregunta, “¿Suficiente?”, viene “Whole Lotta Love” y la fanaticada de Zeppelin ya está extasiada. Robert saluda, se va, faltan los bises o el bis. Vuelve y cierra con una reversionada “Rock and Roll”, el Caupolicán de pie, en mi interior dije: falto “Inmigrant Song” o tal vez “Heartbreaker”, capaz que apareciera Jack White como se rumoreaba en la previa y que reviente todo con “Communication Breakdown”… Nada de esto ocurrió, habría sido mágico e inigualable se lo hubiese agradecido hasta el día del juicio final.

Una hora luego de la despedida de Robert Plant, previo armado del sonido y una escenografía retro irrumpió Jack White a las tablas. El muchachito que parece haberse escapado del cerebro de Tim Burton, estrella de su generación en EE. UU. brindó un show atronador, adrenalínico y poderoso.

Con un escenario a pura potencia y a un volumen descomunal pero con un sonido que rozaba la perfección, Jack salió decidido a cortar cabezas con un repertorio que contempló toda su carrera. Ya de arranque con “Dead Leaves and the Dirty Ground” de los tiempos de los White Stripes, también “Hotel Yorba”. White se hizo tiempo de pasearnos por The Racounters con “Top Yourself”. Suena “Lazaretto” de su último disco y el escenario explota.

En todo momento Jack White parecía una bestia poseída acompañado por otros animales como el baterista Daru Jones, un animal salvaje que destroza parches. Pero ahí también la estaban detonando Dean Fertita en viola, Dominic Davis en el bajo, una banda brutal.

A medida que avanzaba el recital la pregunta subyacía, ¿tocarán juntos?, ¿cuando aparecerá Robert en las tablas?, ¿Reaparecerá finalmente?, la combinación parecía perfecta, raíces del rock y el blues se juntaban, suena “Ball and Biscuit” y uno dice ahora, pues no. Se reengancha con “The Lemon Song” de Led Zeppelin, por fin, ahora si, uno mira al telón, ahí viene y… nada. Finalmente Robert nunca reapareció, nunca compartieron tablas y fue realmente lo único negativo de la noche, hubiese sido una combinación perfecta y exquisita, otra vez ser...

El Caupolicán estallaba, Jack White vuelve para el bis, 3000 personas corean pidiendo “Seven Nations Army”, en el “ooooohhhhh” se cuela un grupejo que canta “oooohhhh Esteban Paredes” homenajeando al 9 de Colo Colo autor de dos goles el sábado en el clásico Chileno contra la U, (conclusión inmediata tres, la futbolización del público rockero no solo está en Argentina). Explota el clásico de los White Stripes, se cierra oficialmente el Lollapalooza 2015, dos generaciones del rock hicieron vibrar a Santiago de Chile. La artillería de estos dos caballeros cruza la cordillera a Argentina luego de aplastar Santiago con la razón y con fuerza.

Daniel Marius

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