miércoles, 14 de enero de 2015

Ámbitos

En uno de los tantas propuestas que tiene -y tendrá- el restaurant Peteco en La Paloma, algunos privilegiados que todavía estamos por acá pudimos disfrutar de Fernando Cabrera solo con su guitarra y en plan íntimo. Lujos de una noche de verano.


Hay ámbitos para las cosas, no es lo mismo ver a una banda que sabe que oficia de backing band de la cena de muchos comensales que ver a Fernando Cabrera, un tipo -un artista- que maneja con absoluto cuidado las palabras, el silencio y los espacios entre ellas en un restaurant. La idea a priori puede presentarse dudosa ya que, por más que se haya reservado una mesa, uno sabe de antemano que va a ver pasar como locos a los mozos que tratarán de complacer los pedidos de muchos de los clientes, al ayudante de cocina dándole órdenes a aquellos para que las cosas salgan bien y los exigentes clientes no se quejen, también podrá escuchar sin quererlo conversaciones entre el cajero que pregunta cuántas bebidas pidieron los de la mesa x y como no puede faltar en esta época -signo de los tiempos diría Prince en algún momento- gente que está más preocupada de revisar el Facebook en sus modernos teléfonos celulares antes que presenciar y disfrutar del recital, y ni siquiera digo sacar fotos y filmar (cosa a la quien esto escribe tampoco suscribe), me refiero a gente que directamente está inmersa en su teléfono y que le hace preguntarse a uno por qué no se habrán quedado en casa. Fuera de todo esto lo de Cabrera se sostiene por sí solo y el entorno distraído no le ganó al artista. Por suerte.


Pasadas las 22 horas Cabrera salió a escena acompañado únicamente por su guitarra y arrancó con "Llanto de Mujer", "Punto Muerto" y "Puerta de los Dos", un gran comienzo para un recital que nunca decayó y que se basó en aquellas canciones que la gente quería escuchar, los "hits" (si podemos utilizar ese término para definir temas del artista) de siempre: "Imposibles", "La Casa de al Lado", "El Tiempo Está Después", "Por Ejemplo", "Al Mismo Tiempo", "Yo Quería Ser Como Vos" y otros no tan conocidos por todos pero sí para aquellos que siguen al del Paso Molino desde siempre: "Caminos en Flor", "Críticas", "Nunca Dije Te Amo". Según el propio Cabrera llegó "con la garganta destrozada", pero pese a que eso haya sido cierto no se notó y  lo disimuló notablemente con pequeños cambios en lo musical y con juegos de inflexión vocal. Nada mal para el hombre de la "voz chillona, cantarina y parlante".


En el medio de todo esto también se dio el lujo de citar un fragmento de "Guitarra y Vos" de Jorge Drexler, de usar su ya característica cajita de fósforos como único acompañamiento musical para hacer "Viveza", de decir que iba a hacer "una canción careta" antes de tocar "Diseño de Interiores", ya que su casa es algo así como "un depósito" del cual él es "uno más de sus bultos" y de apenas transitar su última (gran) obra "Viva la Patria", de la cual tocó el tema homónimo, "Buena Madera" y "Paso Molino" como cierre del recital. En los bises también hubo otros "hits" como "Agua" y "Dulzura Distante". ¿Qué más se puede pedir? 


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