En Spleen también vemos series. Nos gusta el cine y seguiremos yendo, pero debemos reconocer que en este momento los cambios en los hábitos de consumo, ya sea por los soportes en los que se "ve" o porque la demanda es otra, está haciendo que las libertades creativas vengan con mayor frecuencia desde la TV o desde páginas con series propias (Netflix o Crackle). Haya gustado o no, True Detective, la apuesta fuerte de HBO, se llevó todos los comentarios y la atención convirtiéndose en la serie del 2014. Ahora que finalizó la primer temporada he aquí algunas razones para defender semejante argumento.
El año que pasó fue el de Breaking Bad, este será recordado por ser el de True Detective. Serie sobre la cual ya se habló hasta el hartazgo y se han hecho miles de especulaciones. Lo cierto es que tanto ruido no es, en este caso, en vano, ya que la serie cuenta con peso propio y amenaza con convertirse en clásico.
La típica serie de detectives que juegan a descubrir quién hizo qué, acá se ve pervertida por varios factores. El primero de ellos es poner a sus dos protagonistas estrella en papeles incómodos, perturbados, alejados de cualquier estereotipo de investigador langa, como puede ser el de CSI o series pelotudas por el estilo. Tanto Woody Harrelson (Marty) como el reformado Mathew McConaughey (Rust) son dos detectives antagónicos que deben llevar adelante una investigación sobre un turbulento caso que incluye, entre otras cosas horribles, sacrificios, vudú y violaciones. De qué va ya lo sabemos más o menos todos, pero lo bueno es cómo se desarrolló la primer temporada y a eso debe atenerse quien espere todo y más. Hay que darle tiempo al asunto, ya que lo que viene puede ser aun mejor de lo que ya vimos.
Lo que comenzó como una cruza de Twin Peaks con Seven y de Mississippi en Llamas con Angel Heart (ambas películas -oscuridades ochentosas por cierto- llevan la firma de de Alan Parker) pero narrado en tiempos fragmentados, derivó en un final de temporada un tanto más sobrio y depurado. Lo que causó varios disgustos. Sería bueno no esperar demasiado y especular todo el tiempo con las diversas teorías que andan en la vuelta ya que, si bien se resolvieron algunas cosillas, la serie dejó abiertas muchas puertas y pistas que pueden conducir a múltiples escenarios.
Las ganas de hablar de la serie son muchas, ya que nos pareció de lo mejor del año (y recién estamos en marzo), pero tampoco somos practicantes del spoiler y la historia aun está fresca para quien quiera acercarse. Quienes lo hagan, se verán inmersos en ese (sub) mundo de almas y mentes perturbadas, rednecks y paisajes desolados y pantanosos que son el marco ideal para la truculenta historia que, por momentos, amaga con ser la más improbable de las buddy movies. Si no la vieron, aun están a tiempo y se lo recomendamos fervientemente.
Lo que sí no arruina nada a nadie es hablar de otro de los puntos altos y distintivos de esta, por ahora, magistral serie: su música. Seleccionada por T- Bone Burnett, tanto la apertura ('Far From Any Road' se llama el temazo alt country musicalizado por los a partir de ahora famosos The Handsome family, que abre cada capítulo) como los temas de cierre, aportan a la atmósfera de la serie esa cuota de extrañeza y compenetración con los paisajes y climas que se ven reflejados en las imágenes.
Por ello sin más, y para luego poder hablar más en profundidad sobre esta serie que promete, dejamos la apertura y algunos de los temas que sonaron a o largo de estos ocho capítulos. ¡A disfrutar!
Por ello sin más, y para luego poder hablar más en profundidad sobre esta serie que promete, dejamos la apertura y algunos de los temas que sonaron a o largo de estos ocho capítulos. ¡A disfrutar!